La situación se resume a un 'recorderis' de primaria, dónde las tablas de multiplicar eran lo más tedioso y complicado del existir, pasa el tiempo y se convierte en algo sencillo y útil (claro, hay gente que no gustará de ellas aunque pasen los años). El punto es que, mientras creces sucede lo mismo, solo que con otros hechos, sientes estar en medio del holocausto, y de pronto, la lección se ha aprendido, y cuando miras hacia atrás, no termina de explicarse uno, ¿cómo la razón no logró ese entendimiento tan oportuno y necesario?.
Pero aúque poquitin tarde: BINGO, habemus alineación.
Como si vivieramos toda la vida, como si fuéramos a quedarnos en un mismo sitio para siempre, como si el tiempo podría regresar, como si el arrepentimiento y el miedo no fueran sombras que se ven, se sienten pero no se pueden tocar, como si el mañana estuviera seguro, como si en el ayer podríamos encontrar la forma de cambiar las cosas, las oportunidades son un regalo tan bonito de la vida, pero que solo la valentía las puede tomar, de que sirve comprar todos los boletos si al final uno decide que es mejor no abordar, y no precisamente por un bien mayor. A veces lo que perdemos es tan evidente, que es imposible no darnos cuenta de lo perdido, pero qué tal si en otras ocasiones perdemos más, y no lo sabemos, ya que hay caminos que no se conectaron jamás...
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