Hay una gran coincidencia cuando uno se detiene a pensar, y es que la mirada casi siempre se coloca hacia arriba, y queda un tanto extraviada en el cielo, y en otras ocasiones en el techo, que fácil se vuelve estar en el ahora cuando sientes el abrigo de tu respiración, la compañía de un libro y una emblemática canción, mientras los ojos contemplan el espacio blanco.
Hay momentos de decisiones inmediatas, ya que antes de que puedas siquiera contextualizar requieren respuesta, y por eso siempre valdrá la pena creer que tenemos la capacidad de responder para nuestro mayor bien. Cuando la desilusión te golpea, es difícil volver a ilusionarse sin que el miedo tenga presencia, ya que de por si la incertidumbre da miedo. Alguna vez leí que es mejor equivocarse y arriesgarse con la persona incorrecta, que no intentarlo y dejar ir a la persona correcta, así que, con todo, sino, para qué.
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