No quería despedirte, pero tampoco quería verte en dolor, duele extrañarte pero dolia tambien ver sufrimiento en ti; dolió y duele aceptar que ya no escuchare palabra por palabra aquella anécdota de como me diste un empujoncito a la vida, como confiaste en tu sabiduría y me ayudaste a quedarme en este plano, en este plano en donde se extraña tu presencia física. Gracias Tiita, gracias por estar siempre presente, que tu cuerpo descanse, porque tu espíritu es infinito.
El gusto por caminar y aprender...