Saben, en momentos como estos, no me queda más que afianzar la confianza que tengo en Dios y en la vida, y comprobar con mi propia experiencia que, en efecto, la magia sucede. Han sido tiempos realmente duros e incluso en ocasiones desbordantes, es más, una llega a creer que quizás, nunca brillara de nuevo. Pero de pronto una noche, no hay más que una sonrisa pintada en tu boca, en tu corazón, en tu mente, en tu alma, en tu espíritu, en tu hígado, en tu ser... Vuelven las alegrías genuinas por ver la felicidad de otras personas, por ser testigo de grandes encuentros, logros, viajes, investigaciones, trabajos, emprendimientos, lanzamientos, hogares, etc. Ya que si algo debo confesar, es que cuando uno pierde el horizonte (se cae del camino de la serpiente), es tan difícil alegrarse por el resto, esperen, no me mal entiendan, no digo que les deseas el mal, y claro está, tampoco es envidia, pero hay una amargura en ti, que quema y no abriga. Por eso, cuando vuelve la vitalidad, las g...
El gusto por caminar y aprender...