Aunque el ocaso llegue a su fin, y antes de hacerlo se lleve consigo tu última esperanza, no desmayes en tu misión. A veces, las cosas llegan "como gustas", de aquella forma "soñada", pero no siempre es sinónimo de "suerte", la desdicha vuelve al soñador perseverante, lo acostumbran a levantarse una y otra vez, a defender sus objetivos. El aprendizaje no vuelve, el tiempo para aprenderlo es relativo, que las cosas no salgan como quieras no significa necesariamente mala suerte. No es lo mismo vivir para soñar, que soñar para vivir...