A veces el espacio que existe entre lo bueno y malo, no guarda constancia con lo que uno hace o dice, y justo en ese momento empieza la batalla, hay que ser suficientemente inteligentes, para sobrevivir y no desmayar, asumir con alegría y sabiduría las cosas, crecer, crecer.
Una sensación agridulce de agradecimiento, por un lado quisiera expresarlo a todo pulmón, y por el otro, solo hay cabida para el rencor y enojo; me imagino, cuáles hubieran sido mis circunstancias actuales sin esa mano tendida y sin esas palabras alentadoras… Y luego llegan pensamientos que hacen resonancia a un popular refrán, lo que hacemos con las manos, a veces lo vamos borrando con el codo.
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