¿Entonces de quién es la culpa?, de aquel ser humano que por sus limitaciones inherentes no logra controlar a los habitantes de su ciudad, para que no arrojen basura, o de los(as) inescrupulosos(as), que no se detienen ni siquiera un segundo a pensar, en la posibilidad guardar y conservar su basura para después colocarla en el lugar que corresponde, lo mismo pasa a nivel de redes sociales, hay que respetar los espacios.
Si quieres ver más luces brillando, necesitamos que la oscuridad tenga la medida exacta, y la verdad es la llama... Qué valiente es la gente que nos permite asomarnos a su vulnerabilidad: leerlos nos sana y, mejor aún, acompaña a almas que necesitan abrigo.
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