Y es que a veces se ve tan lejano el mañana, que uno empieza a preguntarse sin cesar: cómo, por qué, para qué, dónde, cuándo; son tantas cosas en tiempo real, que el desgaste es inevitable, cuando te das cuenta el sueño se ha apoderado de ti, las horas han transcurrido velozmente y el mañana se ha despedido...
Si quieres ver más luces brillando, necesitamos que la oscuridad tenga la medida exacta, y la verdad es la llama... Qué valiente es la gente que nos permite asomarnos a su vulnerabilidad: leerlos nos sana y, mejor aún, acompaña a almas que necesitan abrigo.
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