No digas que no duele, ¿por qué fingir inmunidad?, ¿por qué negarse a aceptar que se está roto?, y hay sangre derramandonse. No, no es tu culpa sentir lo que sientes, y sí, se puede curar la herida, antes de que manches y esta salpicadura en otros, comience a rebotar en ti. No dañes gente, por el simple hecho de querer compañía, no condenes a otros, por otros.
Muchas cosas se convierten en preguntas sin respuestas, y hay castillos, en los que bastan segundos para desaparecer, por supuesto conviene hacer las necesarias distinciones para asumir un dolor de una forma humanitaria.
Si quieres ver más luces brillando, necesitamos que la oscuridad tenga la medida exacta, y la verdad es la llama... Qué valiente es la gente que nos permite asomarnos a su vulnerabilidad: leerlos nos sana y, mejor aún, acompaña a almas que necesitan abrigo.
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