Hay una gran coincidencia cuando uno se detiene a pensar, y es que la mirada casi siempre se coloca hacia arriba, y queda un tanto extraviada en el cielo, y en otras ocasiones en el techo, que fácil se vuelve estar en el ahora cuando sientes el abrigo de tu respiración, la compañía de un libro y una emblemática canción, mientras los ojos contemplan el espacio blanco.
Si quieres ver más luces brillando, necesitamos que la oscuridad tenga la medida exacta, y la verdad es la llama... Qué valiente es la gente que nos permite asomarnos a su vulnerabilidad: leerlos nos sana y, mejor aún, acompaña a almas que necesitan abrigo.
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