Aunque el ocaso llegue a su fin, y antes de hacerlo se lleve consigo tu última esperanza, no desmayes en tu misión.
A veces, las cosas llegan "como gustas", de aquella forma "soñada", pero no siempre es sinónimo de "suerte",
la desdicha vuelve al soñador perseverante, lo acostumbran a levantarse una y otra vez, a defender sus objetivos.
El aprendizaje no vuelve, el tiempo para aprenderlo es relativo, que las cosas no salgan como quieras no significa necesariamente mala suerte.
No es lo mismo vivir para soñar, que soñar para vivir...
Hay momentos de decisiones inmediatas, ya que antes de que puedas siquiera contextualizar requieren respuesta, y por eso siempre valdrá la pena creer que tenemos la capacidad de responder para nuestro mayor bien. Cuando la desilusión te golpea, es difícil volver a ilusionarse sin que el miedo tenga presencia, ya que de por si la incertidumbre da miedo. Alguna vez leí que es mejor equivocarse y arriesgarse con la persona incorrecta, que no intentarlo y dejar ir a la persona correcta, así que, con todo, sino, para qué.
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