Aunque el ocaso llegue a su fin, y antes de hacerlo se lleve consigo tu última esperanza, no desmayes en tu misión.
A veces, las cosas llegan "como gustas", de aquella forma "soñada", pero no siempre es sinónimo de "suerte",
la desdicha vuelve al soñador perseverante, lo acostumbran a levantarse una y otra vez, a defender sus objetivos.
El aprendizaje no vuelve, el tiempo para aprenderlo es relativo, que las cosas no salgan como quieras no significa necesariamente mala suerte.
No es lo mismo vivir para soñar, que soñar para vivir...
Como si vivieramos toda la vida, como si fuéramos a quedarnos en un mismo sitio para siempre, como si el tiempo podría regresar, como si el arrepentimiento y el miedo no fueran sombras que se ven, se sienten pero no se pueden tocar, como si el mañana estuviera seguro, como si en el ayer podríamos encontrar la forma de cambiar las cosas, las oportunidades son un regalo tan bonito de la vida, pero que solo la valentía las puede tomar, de que sirve comprar todos los boletos si al final uno decide que es mejor no abordar, y no precisamente por un bien mayor. A veces lo que perdemos es tan evidente, que es imposible no darnos cuenta de lo perdido, pero qué tal si en otras ocasiones perdemos más, y no lo sabemos, ya que hay caminos que no se conectaron jamás...
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