Solía pensar que cuando termine de liberarme de aquellas cosas que quebraron mi corazón, ya no volvería a sentir esta sensación de extravío, que estos instantes donde el camino no se distingue y los ojos se llenan de agua, serían lejanos.
Nadie nada tanto para al final regresar a donde empezó, por miedo a no enfrentar lo que siente; supongo que a veces fue más cómodo pensar que cuando llegaba está sensación, los desamores o desilusiones eran los motivos. No sé cuándo ni cómo, pero de alguna forma la sensación de pérdida se instaló en su lugar.
Hoy me veo cara a cara y siento que a pesar de valorar grandemente este milagro que es la vida, falta convicción para accionar en armonía con lo que quiero, porque somos un agente, algo así como un agricultor/a.
En la agricultura, alguien hace el surco, pone el abono, toma las semillas y las coloca en la tierra para que sean cubiertas, y casi siempre el agua está a cargo del cielo, salvo excepciones donde el regadío lo hace alguien. Luego como naturaleza propia las plantas crecen, y nuevamente alguien las deshierba, abonada y/o fumiga, para finalmente cosecharlas, hay innegablemente un proceso natural, en donde la mano del hombre o mujer no puede intervenir, pero el ciclo se cumple.
Quizás es la frustración de no hacer lo que si esta en mis manos lo que en momentos me acorrala, y a veces se junta con ese temor de que la vida te quiere hacia delante, y buscará la forma de hacerte mover, como el ejemplo de la agricultura, la cosecha requiere acciones previas.
Creo genuinamente en que el Universo nos ama, y solo nos da cosas buenas, que quiere nuestro bien mayor, pero a veces hay ese temor que bajo algún acontecimiento lo que creo pueda quebrar. No quiero temerle al mundo, ni a la vida.
Aunque sé también que a veces las cosas que nos duelen, son una empujón hacia un bien mayor, son esa forzada forma que tiene El Cosmo para reencaminarnos cuando no estamos escuchando, pero hay cosas que me asusta que puedan suceder.
Siento que la determinación para hacer lo que se debe hacer a veces no es sólida o constante, y eso me provoca una sensación de extravío. Cuando me embargan instantes como estos, me aflige darme cuenta que el postergas sueños, o evitar caminos de valentía y disciplina me afecta más de lo podría pensar.
Hoy, con esta revelación, veo la obligación de tomar cartas en el asunto, valorar esta sensación significa accionar, y agradezco que la vida me otorgue tiempo, espacio y sueños.
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