Es súper interesante cómo cada persona va encontrando en la música distintas formas de interpretarla y reflejar en ella sus vivencias.
Cuando leí que esta letra se la dedicó alguien a Dios, me sorprendió mucho, ya que definitivamente fue una vivencia propia ese alejamiento.
Me sonaba raro cuando la gente decía que se enojó con Dios; yo decía: ¿cómo te molestas con Dios? Tiempo más tarde me di cuenta de que en cierto momento tuve ira con Él, porque sus formas de operar no seguían una lógica.
Tener una desconexión con todo hace que no creas en nada, y esa sensación de pérdida es fuerte. Recuerdo cómo fue el momento en el que yo decidí conscientemente volver a creer en Dios, en algo más grande, y, a partir de ahí, fue como regresar al “camino de la serpiente” para salir. Ya no estaba sola y el camino hacia lo espiritual también se abría, ya que el egocentrismo te puede hacer tomar vueltas equivocadas, y cegarse en él es un laberinto mental.
Por eso entiendo cuando muchas personas ven en Dios a ese ser que te salva, despierta y rescata. Es difícil, y todo un reto, que la fe no se convierta en un anzuelo para que lucren los “predicadores”.
El concepto de Dios es tan infinito que, cuando leí Un nuevo mundo, ahora y Conversaciones con Dios, al fin dejé de temer hablar de Él, porque casi siempre se lo limita a lo religioso, evocando la Iglesia, y no como esa expansión mayor: la conexión con la Divinidad, el Gran Misterio, el Hanan Pacha y el Cosmos.
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