No digas que no duele, ¿por qué fingir inmunidad?, ¿por qué negarse a aceptar que se está roto?, y hay sangre derramandonse. No, no es tu culpa sentir lo que sientes, y sí, se puede curar la herida, antes de que manches y esta salpicadura en otros, comience a rebotar en ti. No dañes gente, por el simple hecho de querer compañía, no condenes a otros, por otros.
Muchas cosas se convierten en preguntas sin respuestas, y hay castillos, en los que bastan segundos para desaparecer, por supuesto conviene hacer las necesarias distinciones para asumir un dolor de una forma humanitaria.
Hay momentos de decisiones inmediatas, ya que antes de que puedas siquiera contextualizar requieren respuesta, y por eso siempre valdrá la pena creer que tenemos la capacidad de responder para nuestro mayor bien. Cuando la desilusión te golpea, es difícil volver a ilusionarse sin que el miedo tenga presencia, ya que de por si la incertidumbre da miedo. Alguna vez leí que es mejor equivocarse y arriesgarse con la persona incorrecta, que no intentarlo y dejar ir a la persona correcta, así que, con todo, sino, para qué.
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