Han pasado 25 días desde que el calendario le ha sumando un año más a mi existir, también tengo que decir que van 16 días de un nuevo tiempo, de un nuevo ciclo Gregoriano, y lo específico así, no por confrontarlo con la medición del tiempo Andino, lo hago exclusivamente porqué me gusta recordar la diversidad de formas que tiene la vida de recordamos su sentido; valorar y agradecer cada segundo que podemos dar un respiro y un palpitar.
Como si vivieramos toda la vida, como si fuéramos a quedarnos en un mismo sitio para siempre, como si el tiempo podría regresar, como si el arrepentimiento y el miedo no fueran sombras que se ven, se sienten pero no se pueden tocar, como si el mañana estuviera seguro, como si en el ayer podríamos encontrar la forma de cambiar las cosas, las oportunidades son un regalo tan bonito de la vida, pero que solo la valentía las puede tomar, de que sirve comprar todos los boletos si al final uno decide que es mejor no abordar, y no precisamente por un bien mayor. A veces lo que perdemos es tan evidente, que es imposible no darnos cuenta de lo perdido, pero qué tal si en otras ocasiones perdemos más, y no lo sabemos, ya que hay caminos que no se conectaron jamás...
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