El mundo mágico de las letras, de aquellas que pasan por tu cabeza y que luego de segundos nuestros dedos las escriben, y en milisegundos los ojos observan como una tras otras se ha creado al compás de las emociones, de los signos y símbolos, sin embargo, para todo este proceso, hay un elemento fundamental que recorre el alma y espíritu, que fluye con la parte física de este maravilloso cuerpo humano, tan perfecto e increíble, hablo de ese motor como muchos la han nombrada, voluntad.
Hoy, me doy cuenta de la enorme victoria que significa aprender cada cosa, tener la oportunidad de leer y escribir, la gratitud a la vida por permitirme estar aquí con este hermoso privilegio, esas cositas tan pequeñas pero que cuando faltan, secan al ser, recuerdo con nostalgia el haberme alejado consciente o inconsciente de escribir, sería acaso la vida apresurada, o quien sabe los pensamientos algo desordenados, pero asumo que eran míos, y quizás algo de mezcla con ese ruido social de machismo, colonialismo y capitalismo...
No obstante, todo esto ha sido la antítesis para aceptar cosas que se hacia un tiempo atrás era muy difícil, culpar mucho a los hechos pasados, buscando que instante preciso podía "haber sido" diferente, estallando a la cabeza con un nivel de efecto mariposa descomunal, desgastando la energía y tiempo, dos ingredientes que deberíamos atesorar con todo el amor y sabiduría.
El día ha fluido y me ha dejado claro que todo podía ser igual para bien o para mal, el presente se dibuja de acuerdo a muchas cosas y voluntades; siento y pienso en un "Pachakuti", y que en medio de la revuelta, nada ni nadie te obligo hacer nada, y que si los valores de lealtad eran ya distintos, de cualquier manera el resultado iba ser el mismo, en algún punto del camino, la contradicción se reflejaría; o por el lado contrario, si hubieran sido tan igual para ambos, un nuevo surco habría sido arado, pero ya el hoy se escribe en dirección al sol, para que la noche de luna abrigue al corazón.
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