Horas que en los relojes estallan, miradas que entre la oscuridad no se sienten, palabras que no se comprenden, miedos que revolotean, y ay del corazón, que aunque esté lejos late, que aunque esté cansado brilla, mi héroe.
El otro día nos fuimos a conversar un rato, le dije que no tenga temor de mostrarme todo lo que tiene dentro, que a veces puedo ser severa, pero que jamás renunciaré a la ternura de nuevo (de verdad eso espero), me sonrío y entonces empezó, al principio se sintió extraño, como si se tratara de un desconocido al que tenía que interrogar, de pronto, poco a poco todo fue cambiando, noté que ahí en ese rinconcito hay un fueguito abrigando al alma, y de inmediato supe que ese calorcito ha venido robándome sonrisas, creando esas sensaciones dónde sientes calambres bonitos, sonríes y una chispa se expande por todo el cuerpo y sientes felicidad, llore de alegría, me sentí afortunada por todo lo valiente y fuerte que hemos sido, me ha sostenido y jamas ha dejado de palpitar, de soñar, y de amar, de estar conmigo, hemos recordado tantas anécdotas que me llena de más fe, me susurró al oído una frase tan tierna que solo pude contestar con una sonrisa entre lágrimas de alegría, toda puerta por dónde entres o salga la cerramos con cariño, no por nadie más qué por nosotras, y el genuino intento si es un deber cumplido, el agradecimiento sincero también lo es y esa sonrisa desde el alma que no puede traducirse te va a aligerar esté camino que tiene un re-continuar, re-empezar, re-aprender continuó. Y también me hablo de ti, de cuánto sonríe mientras vibra al encuentro de nuestras vidas, me gusta tener un pretexto más para reír y escuchar a Fonseca.
Comentarios
Publicar un comentario