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Entre la fe y el miedo

 Qué hace un noble corcel en medio de un bosque sombrío, sino correr...

 En ocasiones, simbolizamos la fe en aquella semilla que plantamos, con la cual esperamos cosechar un fruto sano y jugoso; sin embargo, puede ser que ocasionalmente de la tierra no brote nada, que ni siquiera una pequeña hoja se vislumbre, y en esos instantes es casi inevitable no invadirse de impaciencia o desesperanza, no es nada fácil controlar a la mente que gira a mil por horas y contener aquellos pensamientos que aceleran las palpitaciones, lo sé, es una sensación que por instantes se convierte en un depredador de ilusiones, ponerle esperanza a una acción y que esta no tenga la respuesta esperada, sin duda, es como lanzarte en paracaídas y sentir que este no termina por abrirse, un instante de miedo y oscuridad atraviesan en tu existir,  pero ya estas cayendo y no queda más que mantener la fe, respirar y confiar, y esa confianza debe romper esquemas, debe afianzarse a mundos tan desconocidos que ni uno pueda explicar, pero cree en ellos, y se obliga a no renunciar a esperar como el mapa se forma, a confiar, no a negar lo sucedido...

Tenle fe a tus acciones, cuando salen del corazón, cuando son genuinas y transparentes, aunque no tengan el resultado esperado, aunque no recibas aquello que creías que te ayudaría avanzar, se fiel a ti, no determines si fue correcta o no, en función de la respuesta del o de los receptores, no juzgues tu proceder como bueno o malo solo por el criterio de otro, renunciemos a delegar nuestro estado emocional a la réplica de los demás, y aunque a breves rasgos todo indique que fue en vano y aquello quedo como una semilla que no germinó, ten paciencia, la vida nos explica con su ritmo, dulzura y paciencia que hay delante, esa pieza de rompecabezas que nos ayudará a entender todo, llegará, tratarte con un amor tan infinito que te permita abrigarte el alma mientras el tiempo se acomoda, no pierda las fe, habla con tu miedo pero sin que tome asiento, y se vuelve protagonista...  

El Cosmo es un misterio de movimientos cuando de alinear se trata, nada es fortuito, nada nace de la nada, y yo me inclino a pensar, que incluso esa semilla plantada pese a no haber mostrado frutos es una pieza que acomoda y crea lazos, conexiones para que aquella intención sincera que motivó tu acción encuentre su réplica, y por eso, tengo una especie de melancolía en momentos, pues intuitivamente solía esperar a que el tiempo traiga respuestas, pues sabía que terminaba por "darme la razón",  y cuantas más veces ocurría esto, más se alimentaba el ego, quisiera decir que era mi sabiduría, pero precisamente en algún punto empezó a pasar lo contrario, como la leyenda de los dos lobos que tenemos interiormente y vamos eligiendo a cual alimentar, en mi caso desde la parte inconsciente alimente el lado egótico, pero suspiro, respiro y vuelvo al momento presente y agradezco, o procuró cultivar el hábito de agradecer por la sabiduría consciente de hoy.


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