En realidad no hay garantías, sería una locura afirmar que de lo único de lo que nos podemos arrepentir es de no haberlo intentado, de no haberlo hecho, de no haber sido valientes, y es que si, a ver; pongamos la honestidad como base, si bien es cierto la amargura de quedarse con la gran interrogante del que hubiera sido si tal, si aquello, si el otro, es infinitamente molesta, ya que bien sabe la razón que al menos en esta dimensión no encontrará respuesta.
La moneda tienes dos caras, y es igual de asfixiante el sentimiento de impotencia por no poder borrar lo dicho o hecho, ya que toda acción trae consecuencias, a veces los grandes arranques de egoísmo, egocentrismo, revanchas, arrebatos, inseguridad, etc., solo están camuflados en una supuesta valentía.
Al final, en ambos casos, hay una experiencia que se puede tomar… Y lo único que puedo decir es que, por favor, no renuncies a la vida, que no cierres las alas en medio de la tormenta, aférrate a la esperanza, cree en ti, en Dios o en lo que quieras, las aves vuelan mucho pero no lo hacen todo el tiempo, y cuando nos equivoquemos, si de verdad, si desde el corazón y la más pura consciencia, hay un genuino arrepentimiento, no te quedes en las palabras, repara, pero, antes no olvides, que no puedes dar algo que no tienes, reparate a ti, y tampoco intentemos cosechar algo que nunca sembramos…
Y recuerda que aunque tarde, que aunque luego, que aunque después, luchar por decir de mi no faltó, es un placer invaluable.
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